Casí tres semanas después de zarpar de Barcelona, el barco Príncipe de Asturias se encontraba frente a las costas de Brasil. Sin embargo, la situación no era la mas deseable: el mar esta picado, el viento era fortísimo y el barco se hacia ingobernable.
Tras varias horas de angustia y lucha por controlar la situación, el capital del barco (Jose Lotina Aprisqueta) no pudo evitar la colisión contra unas enormes rocas en la madrugada del 5 de Marzo de 1916.
El tremendo impacto abrió un enorme agujero que llegó a la sala de máquinas. Rápidamente el agua anegó la sala y las calderas explotaron al momento. Ésto produjo un corte en la electricidad por lo que fue imposible mandar un aviso de emergencia. Al mismo tiempo, el agua al entrar en contacto con la enorme temperatura de la sala de maquinas se convirtió casi en agua hirviente y se distribuyó por todo el barco, provocando que muchas personas murieran abrasadas por el agua.
En cuestión de pocos minutos el barco se hundió. Muchos pasajeros no tuvieron siquiera tiempo de salir de sus camarotes. De los pocos que pudieron saltar al agua, la mayoría murió estrellado con las rocas de la costa o ahogados por el tremendo remolino que el barco provocó al hundirse en el mar.
Desgraciadamente 452 personas fallecieron aquella noche frente a las costas de Brasil, la inmensa mayoría de nacionalidad española. Solamente 146 sobrevivieron a la catástrofe. Conforme las noticias llegaban a las redacciones de los periódicos en Madrid y Barcelona, el mundo entero se preguntaba como era posible que solo 4 años después del hundimiento del Titanic, otro barco que parecía indestructible había sido engullido por el Océano Atlántico.
Sin duda, esta tragedia quedo grabada en la historia naval de España y marcó un antes y después en la fabricación de transatlánticos. Hay que tener en cuenta que este tipo de accidentes, al igual que el naufragio del Titanic, era lo más parecido a un accidente aéreo en aquellos años y toda la prensa internacional se hizo eco de esta noticia. Sin embargo, desgraciadamente hoy el naufragio del Príncipe de Asturias, el «Titanic Español» es casi un hecho desconocido.